Los juegos de rol con disfraces me recuerdan a la época de los indios, de los vaqueros. Relajaba y excitaba a la vez a la pareja. El chico metió a la chica en la casa en sus brazos, y ella se bajó y empezó a hacer una hábil mamada con su boca espaciosa. La chica tuvo que volver a hacerlo después de ser follada en brazos, abriendo las piernas. El sexo en el sofá tuvo éxito después de la puesta en escena.
A eso me refiero, a la rubia pasajera. Yo también habría aceptado una paga así. Que agradecida, y dio una mamada y una limpieza de coño, la pasajera perfecta.